EL CHICO DE TINDER_
11 abr 2024
La gran mayoría de mis amigos estaba con alguien. Nunca faltaba la foto por WhatsApp de la reciente pedida o de la ecografía del nuevo crío en camino. Que me alegraban, claro, pero ¡¿en serio me alegraban?! No sé. Supongo que sí. Mientras me emocionaba por el otro con una sonrisa y muchos emoticones de corazones, sufría por mí misma. Yo también quería. ¿A quién se lo voy a negar? Yo sí quería enamorarme, casarme, formar una familia. Sí. SÍ. Aunque a veces haya dicho lo contrario, aunque a veces haya querido demostrar que no es así.
Yo, para variar, era la protagonista de la misma historia de siempre:
- “No, ya fue, no funcionó"
- “¡¡¡Él se la pierde, amiga!!!” (¿de verdad creen que esto nos hace sentir mejor?)
- “Sí... supongo que sí...
...mierda”
Durante el 2022, estuve de viaje tres meses en total. Estamos hablando de un puto cuarto del año (no saben cuánto me costó hacer esa matemática). Un mes en México, otro en Máncora y el tercero en Europa (qué rica vida, ¡joder!) Pero en el fondo, ¿qué? ¿Estaba huyendo? Quizás sí... o no. No lo sé. Lima me aturdía. Me dejé de sentir cómoda. Sentía que todos habían encontrado su rumbo, su gente, su espacio, y yo no. Por más que tenía muchísimos amigos, por más que las oportunidades laborales no dejaban de aparecer... había algo que no me dejaba tranquila. ¿Llegar a los 30 sin una sola cita concretada de Tinder? Puede ser... #Not.
Me bajé Tinder gracias a una amiga. La vi tan entregada a la aplicación, tan divertida, que dije: yo también quiero. Estuve unos meses conversando con mononeurales (sin ofender al target de estas aplicaciones), pero ¡qué aburridos son, por Dios!
¿Qué tal?
¿Qué haces?
¿Por dónde vives?
¿Cuántos años tienes? (¡SALE AL LADO DE MI PINCHE FOTO!)
Tanto match por gusto, la verdad. Las conversaciones duraban lo que dura un presidente en el Perú. Hasta que de pronto, una tarde plan 6:00 p.m. apareció un nuevo candidato. Guapo, pero GUAPÍSIMO. Le di Like sin pensarlo. Hicimos match. Él me había dado un SuperLike. Empezamos a hablar al segundo. Entrador, coqueto y gracioso. Las horas pasaron y de pronto nos dieron las 3:00 a.m. ¡¿En qué momento?! Me encanta este chico, pensé. Lo he visto antes, también pensé. Nos despedimos y me fui a dormir con ganas del día siguiente para seguir conversando.
Me desperté con una hermosa sonrisa (¿tan fácil se ilusiona, señora? ¿o es que está realmente desesperada?) Me acordé dónde lo había visto alguna vez. Le escribí a mi amiga Vania ipso facto.
- Oye, ¿tú no tienes un primo o amigo llamado Joaquín? Alguna vez lo he visto en tu cumple, ¿puede ser? Pelo oscuro, ojos claros.
- ¿Joaquín Bellido?
- Mmmmm... no sé. En Tinder no salen los apellidos. Pera, te mando foto.
- ¿Tinder?
- ¡Sí! Ayer hicimos match y hablamos full.
- ¿En serio?
- Síííííííí, ¿por?
- Se casa el sábado.
¡¡¡LA PUTA MADRE!!!
****Disclaimer:
El nombre Joaquín Bellido es inventado. Si eres su esposa… tranquila, por favor.
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